Requiem


Hoy se están quemando las montañas.
Los lamentos del bosque llegan, deshechos,
a mis propios ojos.
24 de enero. Arden Puig Campana y Ponoig (Alicante)





INCENDIO

Se presiente,
se acerca,
la gran respiración ardiente
que trae rotos jirones
de muerte volando en una nube negra.

Viene a por vosotros. Quemará el aire, vuestro oxígeno
con hambre roja desatada y furiosa
de vida.
Y os atravesarán soles
abrasándoos
en un violento mordisco que sabe a llaga
de ángeles llorando.

Se presiente, viene y se lleva
a las copas inmóviles y al arbusto
a los troncos atados juntos a los nidos,
a las pieles sollozantes de las guaridas,
a las patas insonoras que pelean
desde la hojarasca.

A todos se los lleva, a todos,
desintegrándolos en un vacío de gritos amarillos.

¿No hay nadie para salvaros?
¿Tendré que ver
cómo os consumís
en ese atroz silencio que cruje
entre el chisporroteo
de las estrellas ciegas?

Si mi lágrima pudiera ser
de luna inmensa y generosa,
tan grande que apagara la culebra
que os derrite a dentelladas:
una gigantesca lágrima blanca...
sobre vuestras abrasadas cabezas.

Descansad ya,
en vuestros ataudes de cenizas
al viento,
dormid...
floreced
más allá de mis impotentes manos.

Verde monte, verde valle, eterno,
brillante verde,
caminaré descalza sobre tu muerte:
te estaré esperando.