El polen llegó a la cumbre
y allí se dejó caer;
la cumbre deshizo su nieve
y sobre la flor
se dejó llover.


Ángel de ojos abisales





Ángel de ojos abisales
posas tu piedad sobre mi espalda.

Ángel, mano de piedra luminosa,
sosteniendo mis dedos
de cera,
de confuso viento.

Guiaste mi vida,
caminé por tu flamígera espada sin saberlo.
El nudo de mis nervios rodaba y rodaba
por sinuosos laberintos. Pero tú
me seguías.
Mientras dormía el sueño de las polillas;
mientras lloraba arañando mi crisálida,
tú tan sólo esperabas,
con tus francas alas,
a que adivinara el firme silencio de tus labios,
a que me dejara levantar por tu aliento,
cual brisa de oro.

Tu presencia abre manantiales en la roca, lo sé.
En el universo no existe el vacío. Como en tus ojos,
hay un silencio embrionario y amante.

En mi lecho de muerte
colocarás tu piedad,
y besarás mis cenizas
cuando me vaya.
Y quizás,
un día níveo como latido de paloma,
muy cerca de tu pecho,
me cuentes
el secreto de tus ojos abisales.


x Abrigo de mañanas



ABRIGO DE MAÑANAS

Un haz de aves negras recorre la llanura
a la búsqueda de tus ramas siempre fieles;
mientras
pequeñas hadas insomnes
juegan
en los mullidos corazones de tus hojas.

Árbol puro
árbol neto,
árbol sonando limpiamente a plenitud,
déjame... tocar el pájaro eterno
de tu copa soleada,
cédeme
tu abrigo verde de mañanas.

Cómo ser tú,
Cómo desplegar sonrisas de clorofila
en la palma entusiasmada de la primavera.

Dueño de melodías ascendentes,
háblame,
conciencia soñadora de luz,
cuéntame
tu gigante verdad de vegetal
esparcida sin tiempo por el valle.

Árbol puro, árbol neto,
árbol sonando limpiamente a plenitud.